NO SOY YO, ERES TÚ.
La calma de las últimas horas había desaparecido desde que las letras no mecían su sueño, antes imperturbable, ahora inmensamente frágil. Un eterno desvelo desde que la lluvia no se reflejaba en la ventana, desde que el vino no servía para celebrar si no para olvidar. A ella le tocó esa vida, se vistió de amargura, y la luna dejó de ser su amiga. El dolor de las sonrisas fingidas, del decir sin querer hablar, de lo que se espera cuando nada queda para dar y mientras tanto, una noche que se apura por llegar con la intención de cubrir los errores con el poderoso manto violáceo, ella, su única aliada en esos duros momentos, cuando la elección te encuentra antes que el valor. No quedaba nada a lo que aferrarse, nada por lo que seguir luchando, todo estaba herido de muerte, mil estocadas acertadas, un triste final en donde el corazón osado y la inocente pluma jamás hallaron ningún tipo de equilibrio. Le asustaba abandonar el camino conocido, ni siquiera se daba cuenta del daño que este