Adiós otoño

Se nos va el otoño, y con él llegan las ganas de nieve, de días lluviosos, de pisar tierra mojada.
Se  va mi estación favorita. Siempre me ha parecido mágica, esos atardeceres de colores intensos, esos paseos por bosques de hojas caducas, y esa tibia luz, tan nuestra, tan mediterránea.
 Se van las castañas, las calabazas, los boniatos, las setas, las primeras chimeneas, las primeras tardes de calcetines gordos, las primeras chaquetas, las primeras tazas de chocolate caliente.

 Me gusta el otoño porque lo espero cada año con la misma desesperación.
 Me gusta que los días se acorten porque soy una nostálgica hogareña sin remedio ni solución.
 Me gusta otoño porque con él mi amor por la lectura crece de forma exponencial.

                                                                                                                                                                     

Porque me da por hacer miles de magdalenas.    

                              
Me gusta otoño porque en esta estación planifico siempre el viaje a Canadá, esos paisajes, esa brutalidad de contrastes cromáticos, esos bosques, cada año por estas fechas muero de amor. Es un viaje pendiente, de esos que dices no puedo irme de este mundo sin haber ido, es como un sueño que sigue durmiendo.

Porque se puede matar al soñador, pero nunca al sueño.
Porque Frank sigue cantando.
En otoño mis pensamientos no paran de brotar, difícilmente ordenables, escribo de manera impulsiva, algo muy propio de una "Tauro" que siempre tuvo claro que lo era.

Escuché una vez decir a un señor con pajarita y larga melena blanca (Estilo Punset) que somos estados de ánimo, unidos a lo que pensamos, sentimos, vivimos. La verdad es que algo de razón si que lleva el hombre.
Otoño es para mi es una explosión de estados de ánimo.

De momento, y mientras el invierno va llegando, voy a despedirme de otoño con un buen paseo por el bosque, recogeré piedras, algunas hojas e iré viendo como llega la noche mientras le doy otra vuelta a la bufanda.