La calle Linterna
La primavera llega siempre sin avisar, salvaje, hermosa, y perfumada, estallando en cada calle y rincón.
El gran espectáculo de los almendros en flor, es realmente un acontecimiento que nos anticipa ese inminente cambio de estación tan deseado.
La luz que deja sus ocres en remojo para dar paso a esos blancos radiantes. Los árboles que empiezan a dejarse tomar medidas para los trajes que lucirán. Y la tierra, que huele a vida.
Siempre que llega tengo la sensación de que todos hemos estado escondidos, como en un patio de colegio esperando a que alguien dijera preparados, listos, yaaa! para salir corriendo y tomar las calles, invadir las terrazas, llenarlo todo de risas y tintineos de copas, decorar lugares, y transformar el gris en un enorme arcoíris.
Y recuerdo aquella tarde de finales de febrero, recuerdo que la luz era especialmente bonita, tan pura, tan mediterránea. Recuerdo que ni frío ni calor, pero a pesar de ello tu llevabas una chaqueta anudada en la cintura. Recuerdo tu camisa azul, y lo bien que te quedaba. Recuerdo tu mirada, tu sonrisa y mis pies pegados al suelo. Recuerdo también que pensé que la primavera puede llegar mucho antes de lo esperado, que solo es cuestión de fe.
Recuerdo mil cosas de aquella tarde, pero sobre todo que me sentía parte de un todo. Que la luz nos enmarcaba y el suave viento nos mecía.
La primavera espera ansiosa a que los corazones se descongelen, ella nos tiende la mano y nos acompaña en el camino. Nos anima a sonreír y a vivir.
Y la vida, no es más que una estación llena de gente, un café de última hora, un beso robado, una caricia que no acaba, unos pies en alto, una ducha fría, una sopa caliente y una brisa tibia. Y tras una sonrisa que baja la cuesta de la calle Linterna, llega siempre la primavera.
El gran espectáculo de los almendros en flor, es realmente un acontecimiento que nos anticipa ese inminente cambio de estación tan deseado.
Siempre que llega tengo la sensación de que todos hemos estado escondidos, como en un patio de colegio esperando a que alguien dijera preparados, listos, yaaa! para salir corriendo y tomar las calles, invadir las terrazas, llenarlo todo de risas y tintineos de copas, decorar lugares, y transformar el gris en un enorme arcoíris.
Y recuerdo aquella tarde de finales de febrero, recuerdo que la luz era especialmente bonita, tan pura, tan mediterránea. Recuerdo que ni frío ni calor, pero a pesar de ello tu llevabas una chaqueta anudada en la cintura. Recuerdo tu camisa azul, y lo bien que te quedaba. Recuerdo tu mirada, tu sonrisa y mis pies pegados al suelo. Recuerdo también que pensé que la primavera puede llegar mucho antes de lo esperado, que solo es cuestión de fe.
Recuerdo mil cosas de aquella tarde, pero sobre todo que me sentía parte de un todo. Que la luz nos enmarcaba y el suave viento nos mecía.
La primavera espera ansiosa a que los corazones se descongelen, ella nos tiende la mano y nos acompaña en el camino. Nos anima a sonreír y a vivir.
Y la vida, no es más que una estación llena de gente, un café de última hora, un beso robado, una caricia que no acaba, unos pies en alto, una ducha fría, una sopa caliente y una brisa tibia. Y tras una sonrisa que baja la cuesta de la calle Linterna, llega siempre la primavera.
señorita! es usted toda una primavera!, las primaveras de mi infancia no existían, pero a cambio, teníamos un verano de seis meses y donde debería haber entrado la primavera el verano sureño nos brindaba una brisa excepcional para volar cometas :) ... somos una especie en vías de extinción querida :) feliz Miércoles.
ResponderEliminarYo soy otoño, porque en el fondo soy una melancólica sin remedio Sr. Llumiquinga :)))
EliminarHermosos veranos los suyos... Feliz miércoles.
Recuerdo como son los viajes inesperados salidos de la nada, como se para tantas veces debido a los nervios en areas de servicio sin necesidad de llenar los depositos , como el sol y el frio de febrero hacen destemplar los cuerpos. Como se llega sin saber donde , donde aparcar para poder no tardar mas en ver a esa persona.
ResponderEliminarRecuerdo bajar una calle , pantalon vaquero roto, adidas blancas y un jersey por si el frio de la noche llega.
Recuerdo el olor a cafe y tortilla acompañada de boquerones y un para por favor.
Recuerdo un no te vayas y recuerdo que los recuerdos bonitos nunca se borraran aunque las personas desaparezcan y ese recuerdo de sabor a cafe con pantalon ancho jersey de cuello alto y zapatillas de cuña a la moda actual..
Recuerdo que dentro de todo lo imperfecto, fue, sin lugar a dudas el día más perfecto....
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