Si me dejas escapar
"Yo seguiré soñando mientras pasa la vida y tu te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año a otro año caerán como hojas secas de las ramas del árbol milenario del tiempo, y tu sonrisa, llena de claridad de aurora, se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos bajo el vulgar agobio de la rutina diaria de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste más que cosas posibles, dejarás poco a poco de mirarte al espejo.
Acaso nos veremos un día, casualmente, al cruzar la calle, y nos saludaremos con la mirada y yo pensaré quizás: "Que bella es todavía", y tu quizás pensarás: "Se esta haciendo viejo".
Tu irás sola o con otro. Yo iré solo o con otra. O tu iras con un hijo que debiera ser nuestro.
Y seguirá muriendo la vida, año tras año igual que un rió oscuro corre hacia el silencio.
Un amigo me dirá algún día que te ha visto o una canción de entonces me traerá recuerdo.
Y estas noches tristes de quietud y de estrellas, pensaré en ti un instante pero cada vez menos.
Y pasará la vida y yo seguiré soñando pero ya no habrá nombre de mujer en mi sueño.
Ya yo te habré olvidado definitivamente y sobre mis rodillas retozarán mis nietos y quizás para entonces, al cruzar una calle, nos veremos frente a frente, ya sin reconocernos.
Y una tarde de sol me cubrirán de tierra las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tu con los ojos tristes y los cabellos blancos, te pasaras horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosas, aunque tu ya estés vieja, y aunque yo me haya muerto"
José Ángel Buesa.
Hoy, y tras unos días diferentes (ni mejores, ni peores) he querido compartir con vosotros un maravilloso poema.
Uno de esos poemas que te cambia.
Uno de esos poemas que desgarra.
Uno de esos poemas que te hace vibrar.
Uno de esos poemas que te hace llorar.
Uno de esos poemas terapéuticos.
Un año a otro año caerán como hojas secas de las ramas del árbol milenario del tiempo, y tu sonrisa, llena de claridad de aurora, se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos bajo el vulgar agobio de la rutina diaria de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste más que cosas posibles, dejarás poco a poco de mirarte al espejo.
Acaso nos veremos un día, casualmente, al cruzar la calle, y nos saludaremos con la mirada y yo pensaré quizás: "Que bella es todavía", y tu quizás pensarás: "Se esta haciendo viejo".
Tu irás sola o con otro. Yo iré solo o con otra. O tu iras con un hijo que debiera ser nuestro.
Y seguirá muriendo la vida, año tras año igual que un rió oscuro corre hacia el silencio.
Un amigo me dirá algún día que te ha visto o una canción de entonces me traerá recuerdo.
Y estas noches tristes de quietud y de estrellas, pensaré en ti un instante pero cada vez menos.
Y pasará la vida y yo seguiré soñando pero ya no habrá nombre de mujer en mi sueño.
Ya yo te habré olvidado definitivamente y sobre mis rodillas retozarán mis nietos y quizás para entonces, al cruzar una calle, nos veremos frente a frente, ya sin reconocernos.
Y una tarde de sol me cubrirán de tierra las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tu con los ojos tristes y los cabellos blancos, te pasaras horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosas, aunque tu ya estés vieja, y aunque yo me haya muerto"
José Ángel Buesa.
Hoy, y tras unos días diferentes (ni mejores, ni peores) he querido compartir con vosotros un maravilloso poema.
Uno de esos poemas que te cambia.
Uno de esos poemas que desgarra.
Uno de esos poemas que te hace vibrar.
Uno de esos poemas que te hace llorar.
Uno de esos poemas terapéuticos.
Todo fluye y la vida sigue.
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