Ya lo sabíamos

Cuando el motivo pesa más que la razón.
Cuando las lágrimas se secan antes de caer.
Cuando el corazón permanece quieto albergando esperanzas.

Y los días son una sucesión de extraños acontecimientos que pasan muy diferentes, pasan a sorbos, transcurren vulnerables como la débil llama de una vela expuesta a una cruel corriente gélida.
Y saber que llegaremos a la orilla, desconocer el  como y el cuando, pero saber que al final de esta cruzada, llegaremos sanos y salvos a esa cálida orilla que no ha sido más que los brazos en los que nos refugiábamos cuando lo más sensato era siempre esperar a que la tormenta amainara.

Los consejos que ignoramos.
Los reproches que olvidamos.
Los besos conservados.
Los lamentos superados.
Los ojos que nos enamoraron.

Olvidar fue tan solo un verbo que no utilizamos, un verbo que nunca supimos conjugar, un verbo inútil, casi tanto como hacer ver que no nos importaba, que ya no dolía, que ya no sentíamos, y que era fácil.

Y el amor, lo único que teníamos.
Y el amor, nuestro puente.
Y el amor, tu vida y la mía.
Y el amor, tu voz sedosa y lenta.
Y el amor, un pacto de honor.

Recurrir al plan C de nuestras vidas, tal vez el que cuenta, el que vale, el definitivo, y rezar todo lo que ya no sabemos para que funcione, para que entenderse sea algo que tengamos con tan solo una tierna mirada.
Reír de los errores, saber aceptarlos, saber perdonarlos, y seguir.

Porque tu no quieres que me vaya.
Porque yo nunca solté tu mano.
Porque no puedes estropearlo más.
Porque yo podría seguir perdonando.
Porque esta vez empiezas mejor.
Porque duele menos.
Porque creer en la historia es parte fundamental de este capitulo.

Dándonos igual las bendiciones o condenas, que se entienda o que nos echen a la hoguera, que duden o acierten, que juzguen o callen, que apoyen o cedan.
Sabiendo que el corazón siempre siguió latiendo, que nunca pensó en dejarnos tirados, amando cada uno de nuestros defectos, y pensando para nuestros adentros que tu y yo, ya sabíamos que acabaríamos juntos.