Algunas noches
Siete de la tarde, un calor que te mueres, la brisa que brilla por su ausencia, y en la cabeza una única imagen, la de mi chimenea crepitando, tan bonita y sonrojada, extrañándola, necesitándola, preguntándome cuanto faltará para volver a pasar las tardes de libro y vinos junto a ella.
Siete de la tarde y varios mensajes de mujeres con ganas de fiesta invaden mi teléfono, he de reconocer que me dan más miedo que antes, porque cuando éramos unas chavalitas que llevaban ortodoncia, mocasines y trenzas en el pelo, éramos mucho más tranquilas y previsibles, hoy, con los años, los divorcios, las suegras, y los niños nos hemos vuelto salvajes, y yo que soy la única que se ha librado de casi todo lo anterior me estremezco al leer : "Nines, tacones y tapas", que quieren que les diga, si no las conociera pensaría que oh, vamos a disfrutar de una cena tranquila en algún chiringuito de playa, con nuestros vestidos blancos ibicencos y las cuñas de esparto, que hablaremos de como nos va todo y nos pelearemos por pagar.
Ja! Sincronizada en tacones rojos.
Nada más lejos de la realidad, esta cena hoy puede convertirse en la cena que inspiró a los de "Resacón en las Vegas", créanme, eso es totalmente cierto.
Mujeres cansadas de hacer cenas y cambiar pañales.
Mujeres bellas que tienen ganas de pasárselo bien.
Mujeres que huyen del ejemplo de madres y suegras.
Mujeres que se gustan más que hace 10 años.
Mujeres que sólo piensan en bailar.
Mujeres que recorren todos los chiringuitos en busca de la mejor gamba.
Mujeres que someten a interrogatorios a las que no tienen una vida de pañales y maridos.
Mujeres al fin y al cabo.
La ventaja de esto es que tardas muchísimo menos en decidir que ponerte, muy al contrario que cuando tienes una cita y vuelcas medio armario encima de la cama, perro sepultado entre vestidos y faldas y tú frente al espejo en ropa interior con las manos en la cabeza y diciendo aquello de : "No tengo nada que ponerme".
Un vestido bonito, unos tacones imposibles y el arte de no matarte.
Noches que se pasan chocando copas, brindando cada vez por una de nosotras, perdiendo al final la cuenta de los motivos y los porqués, risas que lo llenan todo, anécdotas que sonrojan a la que siempre va a misa de seis, situaciones imposibles, admiración profunda por esa heroínas que compaginan un trabajo, un marido, dos gatos, un niño y una suegra cotilla, envidia que despiertan las que tienen una cama de 2 X 2 toda para ellas, el brillo en los ojos de la que se acaba de enamorar, la de preguntas tipo :
¿Es guapo?.
¿Tiene trabajo?.
¿Ronca?.
¿Cocina o descongela?.
¿Qué tal funciona ahí (No voy a concretar nada sobre este punto, libre albedrío)?.
¿Es del Barça?.
Momentos bonitos de la noche que coinciden con el tercer mojito, soy de las que piensan que dos son pocos y tres demasiado, miradas furtivas a los móviles, caritas de felicidad en el ambiente tras recibir mensajes chulos, qué poco necesitamos, nos hace tan felices saber que os estáis acordando de nosotras y que nos mandáis ese corazón rojo intermitente, que esas frases que acaban con "Te echo de menos" provocan en nuestros ombligos tsunamis de aúpa.
Acabamos la noche bailando con los tacones en la mano y los pies llenos de arena, acabamos sentadas en la playa alegrándonos por estos momentos.
La noche es perfecta, las estrellas me hacen sonreír pensando en que apoyada en el pecho de una persona increíble, trataba de identificarlas sin demasiado éxito, sonrío, porque yo también tengo un mensaje que empieza con un "Hola" y acaba con un "te echo de menos".
Siete de la tarde y varios mensajes de mujeres con ganas de fiesta invaden mi teléfono, he de reconocer que me dan más miedo que antes, porque cuando éramos unas chavalitas que llevaban ortodoncia, mocasines y trenzas en el pelo, éramos mucho más tranquilas y previsibles, hoy, con los años, los divorcios, las suegras, y los niños nos hemos vuelto salvajes, y yo que soy la única que se ha librado de casi todo lo anterior me estremezco al leer : "Nines, tacones y tapas", que quieren que les diga, si no las conociera pensaría que oh, vamos a disfrutar de una cena tranquila en algún chiringuito de playa, con nuestros vestidos blancos ibicencos y las cuñas de esparto, que hablaremos de como nos va todo y nos pelearemos por pagar.
Ja! Sincronizada en tacones rojos.
Nada más lejos de la realidad, esta cena hoy puede convertirse en la cena que inspiró a los de "Resacón en las Vegas", créanme, eso es totalmente cierto.
Mujeres cansadas de hacer cenas y cambiar pañales.
Mujeres bellas que tienen ganas de pasárselo bien.
Mujeres que huyen del ejemplo de madres y suegras.
Mujeres que se gustan más que hace 10 años.
Mujeres que sólo piensan en bailar.
Mujeres que recorren todos los chiringuitos en busca de la mejor gamba.
Mujeres que someten a interrogatorios a las que no tienen una vida de pañales y maridos.
Mujeres al fin y al cabo.
La ventaja de esto es que tardas muchísimo menos en decidir que ponerte, muy al contrario que cuando tienes una cita y vuelcas medio armario encima de la cama, perro sepultado entre vestidos y faldas y tú frente al espejo en ropa interior con las manos en la cabeza y diciendo aquello de : "No tengo nada que ponerme".
Un vestido bonito, unos tacones imposibles y el arte de no matarte.
Noches que se pasan chocando copas, brindando cada vez por una de nosotras, perdiendo al final la cuenta de los motivos y los porqués, risas que lo llenan todo, anécdotas que sonrojan a la que siempre va a misa de seis, situaciones imposibles, admiración profunda por esa heroínas que compaginan un trabajo, un marido, dos gatos, un niño y una suegra cotilla, envidia que despiertan las que tienen una cama de 2 X 2 toda para ellas, el brillo en los ojos de la que se acaba de enamorar, la de preguntas tipo :
¿Es guapo?.
¿Tiene trabajo?.
¿Ronca?.
¿Cocina o descongela?.
¿Qué tal funciona ahí (No voy a concretar nada sobre este punto, libre albedrío)?.
¿Es del Barça?.
Momentos bonitos de la noche que coinciden con el tercer mojito, soy de las que piensan que dos son pocos y tres demasiado, miradas furtivas a los móviles, caritas de felicidad en el ambiente tras recibir mensajes chulos, qué poco necesitamos, nos hace tan felices saber que os estáis acordando de nosotras y que nos mandáis ese corazón rojo intermitente, que esas frases que acaban con "Te echo de menos" provocan en nuestros ombligos tsunamis de aúpa.
Acabamos la noche bailando con los tacones en la mano y los pies llenos de arena, acabamos sentadas en la playa alegrándonos por estos momentos.
La noche es perfecta, las estrellas me hacen sonreír pensando en que apoyada en el pecho de una persona increíble, trataba de identificarlas sin demasiado éxito, sonrío, porque yo también tengo un mensaje que empieza con un "Hola" y acaba con un "te echo de menos".
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