Tutto Va Bene
Amanece despacio, el sol va entrando lentamente por la ventana mientras parece querer pedirte permiso para darte un poco de color en las aun somnolientas mejillas, la luz, tan ocre, tan dorada, tan de trigo y miel es el lienzo perfecto para los cipreses que empiezan a incluirse perezosos en el cuadro.
Una casa de piedra, historia y vino, unos amigos que te regalan días maravillosos entre comidas deliciosas y paseos en Vespa por unos viñedos infinitos.
La Toscana, tan bella, tan señora, tan imprescindible.
En una tierra hermana, en la que uno ama, come, vive y sueña de la misma manera, tierra en la que la belleza es la reina y la risa el único trono.
Los viñedos que descubres.
Los vinos que bebes por un camino repleto de paradas.
Los atardeceres que te sorprenden entre quesos y flores.
Los hombres que hablan con las manos y se te comen con los ojos.
Lo divertido que resulta vivirlo.
La complicidad entre mujeres.
El deporte olímpico del rechazo.
La brisa dulce y eterna.
La paz del paisaje infinito, el horizonte de tierra y origen, el silencio que custodian los altos árboles, las nubes redondas y densas, la vida en el rostro de sus gentes, las matriarcas que protegen sus hogares como leonas desconfiadas, las sobremesas que unen comidas con meriendas, el pan que nunca se acaba, los tomates que dejan secar al sol, las uvas que explotan y te llenan de todo el sabor, un cerrar de ojos y paladear cien historias alrededor de un instante.
Las calles de piedra y esparto, la bondad en el ojo ajeno, la sonrisa que conquista, la mano que subraya.
Recuerdo las comidas infinitas, el sentido de la vida dado por una familia grande que nunca deja de serlo, las bromas, las risas, los enfados ante un plato que no puedes terminar, el aceite que recorre la larga mesa dorando cada plato con su soberbia maestría, el viento suave que te suelta un mechón de pelo, el abrazo del patriarca, la felicidad en su rostro, la dicha de la mesa llena con todos los seres que amas, la importancia de valorarlo, los niños que corren tras las gallinas acostumbradas a su presencia, los perros fieles tumbados al lado de los más veteranos, las historias que allí se narran, secretos de familia con aroma de madera y limón.
La vida vivida para ser contada, la que vale la pena, la que da sentido a todo lo demás.
"La vita è bella e tutto va bene".
Una casa de piedra, historia y vino, unos amigos que te regalan días maravillosos entre comidas deliciosas y paseos en Vespa por unos viñedos infinitos.
La Toscana, tan bella, tan señora, tan imprescindible.
En una tierra hermana, en la que uno ama, come, vive y sueña de la misma manera, tierra en la que la belleza es la reina y la risa el único trono.
Los viñedos que descubres.
Los vinos que bebes por un camino repleto de paradas.
Los atardeceres que te sorprenden entre quesos y flores.
Los hombres que hablan con las manos y se te comen con los ojos.
Lo divertido que resulta vivirlo.
La complicidad entre mujeres.
El deporte olímpico del rechazo.
La brisa dulce y eterna.
La paz del paisaje infinito, el horizonte de tierra y origen, el silencio que custodian los altos árboles, las nubes redondas y densas, la vida en el rostro de sus gentes, las matriarcas que protegen sus hogares como leonas desconfiadas, las sobremesas que unen comidas con meriendas, el pan que nunca se acaba, los tomates que dejan secar al sol, las uvas que explotan y te llenan de todo el sabor, un cerrar de ojos y paladear cien historias alrededor de un instante.
Las calles de piedra y esparto, la bondad en el ojo ajeno, la sonrisa que conquista, la mano que subraya.
Recuerdo las comidas infinitas, el sentido de la vida dado por una familia grande que nunca deja de serlo, las bromas, las risas, los enfados ante un plato que no puedes terminar, el aceite que recorre la larga mesa dorando cada plato con su soberbia maestría, el viento suave que te suelta un mechón de pelo, el abrazo del patriarca, la felicidad en su rostro, la dicha de la mesa llena con todos los seres que amas, la importancia de valorarlo, los niños que corren tras las gallinas acostumbradas a su presencia, los perros fieles tumbados al lado de los más veteranos, las historias que allí se narran, secretos de familia con aroma de madera y limón.
La vida vivida para ser contada, la que vale la pena, la que da sentido a todo lo demás.
"La vita è bella e tutto va bene".
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