Tarde
Al final me mudé.
Había realizado todos los cambios que se podían realizar, pero seguía andando las mismas calles, viendo a las mismas personas y encontrándome con los mismos fantasmas. Siempre tuve claro que lo haría, sabía que era cuestión de tiempo o de ti.
Y una mañana que no empecé con buen pie, me miré en aquel gran espejo, el que siempre te dice la verdad, y no vi ilusión, no vi valor, vi conformismo. Aquello disparó todas las alarmas y actué.
Hay que ver lo fácil que puede llegar a ser todo cuando lo afrontas de verdad, me preocupaban las cajas, que haría con esto, que haría con aquello, me preocupaban los zapatos y las copas de cristal.
Fue fácil.
Me impresionó lo distinta que puede parecer una casa vacía. En aquel momento tuve claro que la mesa estuvo colocada en el peor lugar, y que aquel rincón quedaba mejor sin el jarrón.
Pasaron los días, las semanas se convirtieron en meses y una fría tarde de enero salí a dar un paseo, deambulaba sin rumbo, deteniéndome en algún escaparate pues los "Reyes" estaban a la vuelta de la esquina y aun debía comprar los regalos. Sonó mi móvil, y un : - Hoy no hagas la cena, saldremos a ese thailandés que tanto te gusta sonó al otro lado.
Decidí regresar a casa y arreglarme un poco.
Entonces te vi, a ti, en mi nueva vida, en mi nueva ciudad, ahí, de pie, mirándome. Mis brazos inertes empezaron a caer a los lados, mi pecho anunciaba tormenta, mi respiración esforzándose por hacer su función. Tu.
Recuerdo las luces de los comercios como parte de un decorado, los coches llenando la calle de humo, humo que no bastó para disiparme en él. Tu.
Me decías que estaba preciosa, que habías venido a por mi, que alguien te había dicho que yo vivía ahí, me decías que te habías dado cuenta que yo era la mujer que querías en tu vida, me decías que eras mejor persona, me decías que me echabas de menos todos los días, me decías una y otra vez. Tu.
Recuerdo esos días que dieron lugar a las semanas que acabaron en meses. Recuerdo que me dormía llorando, recuerdo que casi no comía, recuerdo que a ti te dio lo mismo. Recuerdo que el teléfono no sonó y recuerdo que yo lo reiniciaba una y otra vez por si funcionaba mal. Recuerdo que daba un salto del sofá cuando un coche sonaba como el tuyo. Recuerdo que mis perros me miraban raro.
Te diría que te eché de menos más de lo que jamás podría explicarte. Que confiaba en ti.
Di media vuelta, el frío empezaba a escocerme la cara, noté un par de lágrimas y el calor durante su recorrido. Las manos torpes y entumecidas, los pies congelados. Recordé que hoy cenábamos fuera. Recordé que debía arreglarme. Miré el reloj y pensé que se hacía tarde.
Había realizado todos los cambios que se podían realizar, pero seguía andando las mismas calles, viendo a las mismas personas y encontrándome con los mismos fantasmas. Siempre tuve claro que lo haría, sabía que era cuestión de tiempo o de ti.
Y una mañana que no empecé con buen pie, me miré en aquel gran espejo, el que siempre te dice la verdad, y no vi ilusión, no vi valor, vi conformismo. Aquello disparó todas las alarmas y actué.
Hay que ver lo fácil que puede llegar a ser todo cuando lo afrontas de verdad, me preocupaban las cajas, que haría con esto, que haría con aquello, me preocupaban los zapatos y las copas de cristal.
Fue fácil.
Pasaron los días, las semanas se convirtieron en meses y una fría tarde de enero salí a dar un paseo, deambulaba sin rumbo, deteniéndome en algún escaparate pues los "Reyes" estaban a la vuelta de la esquina y aun debía comprar los regalos. Sonó mi móvil, y un : - Hoy no hagas la cena, saldremos a ese thailandés que tanto te gusta sonó al otro lado.
Entonces te vi, a ti, en mi nueva vida, en mi nueva ciudad, ahí, de pie, mirándome. Mis brazos inertes empezaron a caer a los lados, mi pecho anunciaba tormenta, mi respiración esforzándose por hacer su función. Tu.
Recuerdo las luces de los comercios como parte de un decorado, los coches llenando la calle de humo, humo que no bastó para disiparme en él. Tu.
Me decías que estaba preciosa, que habías venido a por mi, que alguien te había dicho que yo vivía ahí, me decías que te habías dado cuenta que yo era la mujer que querías en tu vida, me decías que eras mejor persona, me decías que me echabas de menos todos los días, me decías una y otra vez. Tu.
Recuerdo esos días que dieron lugar a las semanas que acabaron en meses. Recuerdo que me dormía llorando, recuerdo que casi no comía, recuerdo que a ti te dio lo mismo. Recuerdo que el teléfono no sonó y recuerdo que yo lo reiniciaba una y otra vez por si funcionaba mal. Recuerdo que daba un salto del sofá cuando un coche sonaba como el tuyo. Recuerdo que mis perros me miraban raro.
Te diría que te eché de menos más de lo que jamás podría explicarte. Que confiaba en ti.
Di media vuelta, el frío empezaba a escocerme la cara, noté un par de lágrimas y el calor durante su recorrido. Las manos torpes y entumecidas, los pies congelados. Recordé que hoy cenábamos fuera. Recordé que debía arreglarme. Miré el reloj y pensé que se hacía tarde.
es tristemente hermoso querida amiga ... :(
ResponderEliminarLa vida misma mi querido Sr. Llumiquinga :) Muchas gracias!
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