La chocolatería
Cuando era pequeña, mi abuela solía llevarme todos los sábados por la tarde a una chocolatería regentada por una peculiar señora llamada Inmaculada.
A la buena de Inmaculada le faltaban varios dientes y llevaba un extraño aparato con un gancho metálico que se asomaba cada vez que se reía. Con los años, y con la experiencia de mi profesión supe que aquello era una prótesis parcial de resina, conocida como "Esquelético" y no "Scalextric" como le llamaban ellas.
Imaginad que cada vez que las escuchaba decir Scalextric pensaba, dónde están los coches??
El marido de la Sra. Inmaculada era el doble de Ronald Reagan. Os lo prometo! :)
En aquella chocolatería no era recomendable beberte nada que no estuviera envasado, pero por aquella época los niños vivíamos peligrosamente, sin brackets y a lo loco, bajando cuestas de más de 40º de desnivel sin frenos y por supuesto sin cascos de flores, vivíamos en la calle, pasando las horas con una pelota y unas gomas.
Por aquella época necesitábamos muy poco para ser felices.
Recuerdo que tomarse un chocolate ahí era lo mejor del sábado, pues siempre caía alguna chuchería o tebeo. Como me gustaba ir contigo abuela.
La acompañaba a misa de seis, yo que nunca he sido muy socia de iglesias y capillas, por ella no me perdía ni un padrenuestro, incluso me aprendí el Credo, que orgullosa estuvo de mi cuando se lo recité de memoria. Ese día me compró dos tebeos.
Tras la sesión de misa, tocaba nuestra sesión de chocolate, era un momento chulo, ella me hablaba de la vida, y de que no siempre te pasan cosas buenas, y no porque hayas hecho algo malo, sino porque hay días grises también en el paraíso.
Con manzanas o sin ellas, esos días, esos sábados de aquellos primeros inviernos fueron para mi lo mejor de los días grises.
Porque contigo todo estaba bien.
Porque eras la mejor abuela.
Porque jamás te importó dar sin recibir.
Porque tu vida era un regalo.
Porque aquella chocolatería y tu me hacéis falta cada invierno.
Me enteré hace poco que la Sra. Inmaculada falleció, dicen que murió preparando chocolate. De todas las muertes, de todas las formas de irse de este mundo, creo que ella tuvo la más dulce.
Hoy hay una tienda de ropa en lugar de esa chocolatería, no dudé en entrar una tarde que andaba paseando, miré las paredes con nostalgia, ni rastro de tazas, ni rastro de grasientos taburetes, ni rastro de aquellos botes de cristal con tapa roja que contenían las chuches, ni rastro de los cientos de cactus que la decoraban pero, la ropa aunque nueva, olía a chocolate.
A la buena de Inmaculada le faltaban varios dientes y llevaba un extraño aparato con un gancho metálico que se asomaba cada vez que se reía. Con los años, y con la experiencia de mi profesión supe que aquello era una prótesis parcial de resina, conocida como "Esquelético" y no "Scalextric" como le llamaban ellas.
El marido de la Sra. Inmaculada era el doble de Ronald Reagan. Os lo prometo! :)
En aquella chocolatería no era recomendable beberte nada que no estuviera envasado, pero por aquella época los niños vivíamos peligrosamente, sin brackets y a lo loco, bajando cuestas de más de 40º de desnivel sin frenos y por supuesto sin cascos de flores, vivíamos en la calle, pasando las horas con una pelota y unas gomas.
Por aquella época necesitábamos muy poco para ser felices.
Recuerdo que tomarse un chocolate ahí era lo mejor del sábado, pues siempre caía alguna chuchería o tebeo. Como me gustaba ir contigo abuela.
Tras la sesión de misa, tocaba nuestra sesión de chocolate, era un momento chulo, ella me hablaba de la vida, y de que no siempre te pasan cosas buenas, y no porque hayas hecho algo malo, sino porque hay días grises también en el paraíso.
Con manzanas o sin ellas, esos días, esos sábados de aquellos primeros inviernos fueron para mi lo mejor de los días grises.
Porque contigo todo estaba bien.
Porque eras la mejor abuela.
Porque jamás te importó dar sin recibir.
Porque tu vida era un regalo.
Porque aquella chocolatería y tu me hacéis falta cada invierno.
Me enteré hace poco que la Sra. Inmaculada falleció, dicen que murió preparando chocolate. De todas las muertes, de todas las formas de irse de este mundo, creo que ella tuvo la más dulce.
Hoy hay una tienda de ropa en lugar de esa chocolatería, no dudé en entrar una tarde que andaba paseando, miré las paredes con nostalgia, ni rastro de tazas, ni rastro de grasientos taburetes, ni rastro de aquellos botes de cristal con tapa roja que contenían las chuches, ni rastro de los cientos de cactus que la decoraban pero, la ropa aunque nueva, olía a chocolate.
Precioso post, felicidades. me has emocionado. Es el que más me ha gustado de cuantos has escrito. Gracias.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, me hace mucha ilusión que haya sido así. Un beso
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