El post que nunca se escribió
Hay algo siniestro en las despedidas de soltero/a.
A mi con el tiempo y la edad me dan más miedo, es como si todos lleváramos un mini ser maligno en el interior, escondido entre la lógica y la responsabilidad.
Prométenos que no escribes un post.
Vamos, por favor, pero por supuesto que no lo escribo, es más, no sabría ni por donde empezar a hacerlo.
Así que he pensado que si lo titulo "El post que nunca se escribió" pues como que todo queda más o menos solucionado.
Las bodas, que cosa tan rara. Todo la vida viviendo juntos (en pecado) y ese día pues como que lo hacemos oficial, Dios nos perdona y de paso todo el mundo se emborracha.
Pero nos vamos a centrar en la despedida, que lo otro ya sabéis como acaba, uno dice Si, el otro le contesta que también, se intercambian un anillo, un beso tímido, la gente aplaude, y nos vamos al bar.
Odio los grupos de whatsapp, de hecho salgo corriendo de todos los que me incluyen y amenazo con bloqueos y sanciones al que ose intentarlo de nuevo. Pero esta vez tuve que aguantar durante más de dos infernales semanas que cada vez que a alguna se le ocurría una cosa absurda y abstracta del estilo:
Decidimos acortar la semana y salir un par de días antes del fin de semana, la emoción se palpa en el ambiente y mi whatsapp está que echa humo. Para entonces proclamo al vino como mejor amigo y reviso mi botiquín en busca de los tapones de oídos.
Y en marcha, todas a los coches, yo soy una de las conductoras de esta caravana de mujeres, una porque me gusta conducir y la otra porque así me escaqueo de las conversaciones surrealistas fingiendo que debo prestar atención a la carretera.
Al menos en unas veinte ocasiones echo de menos fumar.
Al menos en unas veinte ocasiones me dan ganas de mirar mi teléfono.
Al menos en unas veinte ocasiones tengo ganas de parar el coche y hacer fotos.
Al menos en unas veinte ocasiones me dan ganas de dar la vuelta.
Lo cierto es que me alegra llegar, el lugar es increíble y el recibimiento inmejorable, y tras las duchas de rigor, las maletas deshechas y los tacones a los pies, empezamos nuestra aventura que va a durar unos cuantos días, así que como es de esperar este post va a tener una segunda parte.
Parte en la que a buen seguro narra como a ciertas horas de la madrugada, en las que no se sabe si trasnochas o madrugas, cierto grupo minoritario de féminas responsables, hablan (como no) de hombres y zapatos.
To be continued...
A mi con el tiempo y la edad me dan más miedo, es como si todos lleváramos un mini ser maligno en el interior, escondido entre la lógica y la responsabilidad.
Prométenos que no escribes un post.
Vamos, por favor, pero por supuesto que no lo escribo, es más, no sabría ni por donde empezar a hacerlo.
Así que he pensado que si lo titulo "El post que nunca se escribió" pues como que todo queda más o menos solucionado.
Las bodas, que cosa tan rara. Todo la vida viviendo juntos (en pecado) y ese día pues como que lo hacemos oficial, Dios nos perdona y de paso todo el mundo se emborracha.
Pero nos vamos a centrar en la despedida, que lo otro ya sabéis como acaba, uno dice Si, el otro le contesta que también, se intercambian un anillo, un beso tímido, la gente aplaude, y nos vamos al bar.
Odio los grupos de whatsapp, de hecho salgo corriendo de todos los que me incluyen y amenazo con bloqueos y sanciones al que ose intentarlo de nuevo. Pero esta vez tuve que aguantar durante más de dos infernales semanas que cada vez que a alguna se le ocurría una cosa absurda y abstracta del estilo:
- Disfraces.
- Cantidad de botellas de vino.
- Número de zapatos a incluir en la maleta.
- Si debíamos llevar botiquín.
- Si dicho botiquín debía incluir "Relec" (aunque estemos en invierno, y eso solo se aconseje para repeler insectos del tamaño de zapatos del 43 y generalmente que habiten en países a los que el presupuesto de una modesta despedida no alcanza).
- Falda o Pantalón?.
- Llevamos un mapa?
- Compartimos habitación?
- Sorteo de las conductoras. (Es decir las que nos vamos a pringar).
- Y si la tarta la llevábamos o la comprábamos.
Decidimos acortar la semana y salir un par de días antes del fin de semana, la emoción se palpa en el ambiente y mi whatsapp está que echa humo. Para entonces proclamo al vino como mejor amigo y reviso mi botiquín en busca de los tapones de oídos.
Y en marcha, todas a los coches, yo soy una de las conductoras de esta caravana de mujeres, una porque me gusta conducir y la otra porque así me escaqueo de las conversaciones surrealistas fingiendo que debo prestar atención a la carretera.
Al menos en unas veinte ocasiones echo de menos fumar.
Al menos en unas veinte ocasiones me dan ganas de mirar mi teléfono.
Al menos en unas veinte ocasiones tengo ganas de parar el coche y hacer fotos.
Al menos en unas veinte ocasiones me dan ganas de dar la vuelta.
Lo cierto es que me alegra llegar, el lugar es increíble y el recibimiento inmejorable, y tras las duchas de rigor, las maletas deshechas y los tacones a los pies, empezamos nuestra aventura que va a durar unos cuantos días, así que como es de esperar este post va a tener una segunda parte.
Parte en la que a buen seguro narra como a ciertas horas de la madrugada, en las que no se sabe si trasnochas o madrugas, cierto grupo minoritario de féminas responsables, hablan (como no) de hombres y zapatos.
To be continued...
Bueno, en si me parece demasiado formal todo lo de laboda. Aunque me apunto a compartir la habitación, jajajaja! (broma). Mas allá de todo significa un despilfarro tremendo que solo obedece al mercado incipiente de crear fachada.
ResponderEliminarLa despedida al menos sirve para cambiar de la rutina y hacer cosas que nunca has hecho, te sientas bien o no.
PD: la soja es transgénica. Todo el cultivo es transgénico.
To be continued... Vaya! Ahora que ibas a hablar de zapatos... ;)
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