Carpe Diem

Haciendo balance de lo vivido, uno se da cuenta de que ha perdonado cosas imperdonables, que ha vuelto a confiar cuando el corazón no daba ni para pipas, que el tejido ha cicatrizado de nuevo y que con el tiempo no ha quedado ni rastro de aquella herida que parecía tan profunda.



Haciendo balance de lo vivido, sonríes al ver lo impulsiva que has sido, la enorme capacidad de reírte de cosas que no tenían ninguna gracia.
Recuerdas las decepciones sufridas y lamentas las que tu has causado, porque no nos engañemos, aquí no hay nadie perfecto.
Con el tiempo vives de abrazos dados y cariño recibido. Recuerdas los que diste para proteger.
Amar, ser amado, rechazar y ser rechazado, llorar y ser llorado, extrañar y ser extrañado.


Haciendo balance de lo vivido, recuerdas las tardes llenas de buenas noticias, los saltos de alegría, a tus padres emocionados, recuerdas la satisfacción de haber acabado algo, y de haberlo hecho con final feliz.


Y las noches de música, las canciones, y la emoción de sentirlas en lugar de escucharlas, las letras que se vuelven personas cuando cierras los ojos.
Aquellos álbumes llenos de fotos Polaroid, desgastadas, oscuras, con los bordes rotos de haberlas visto tantas veces, la sonrisa que siempre provocan, la nostalgia, y la lagrima que siempre se derrama.
Uno recuerda especialmente el teléfono en una mano y los nervios en la otra, el llamar o no llamar, y saber que el único teléfono de la casa se encontraba justo en mitad del salón, entre el sillón de tu padre y la butaca de tu madre, con una televisión vieja de la que habían bajado el volumen para no perderse detalle de una conversación que tu tenías claro que en esas circunstancias no se produciría.
Llamar sólo para escuchar una voz.

Haciendo balance de lo vivido, uno da fe de que nadie muere de amor ni nostalgia, y que el miedo no hace más que recordarte lo que duele perder.


Y hoy que mi mano está cogida, que mis pasos no andan solos, que abrazo la vida y ella me abraza a mi, que tal vez haga mal mil cosas, pero todas ellas iniciadas con pasión, con valentía, con determinación.
También pierdo con elegancia, sabiendo que esa derrota ha sido una gran lección. Porque el mundo es para los que se atreven, para los que superan, para los que no se justifican, para los que viven y dejan vivir.
Mucho Carpe Diem para todos.









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