Como el título de aquella canción

Saber que tienes la capacidad es una cosa, pero saber que no la vas a usar nunca es una prueba de fe y de amor monumental. Algo así como saberse una teoría de la que nunca vas a aplicar en una práctica.
Porque si solo se tratara de olvidar...

En el amor como en el fútbol a veces una tarjeta roja es lo mejor que puede pasar para que el equipo se motive.
En el amor como en el supermercado  no hay que fiarse de las mejores ofertas.
En el amor como en el cine no todos los finales son perfectos, y no por ello malos.
En el amor como en el Tetris a veces puntúa la parte que menos encaja.
En el amor como en un libro, no hay que comprarlo solo por su portada.

En el extraño transcurrir de los días que se recuperan de algo que se ha perdido uno se vuelve maestro de los sentimientos escondidos, aprendiendo a identificar las subidas y bajadas, sabiendo que tras una euforia se haya una llorera asegurada, porque así se pasan los días de duelo, viviendo dentro de una eterna montaña rusa de la que nunca encuentras la salida.
Andando por un camino que sabes que no es el tuyo, echando migas de pan solo por si acaso el tiempo actúa de forma benévola e indulgente con dos seres que se aman con tanta locura.

En el amor como en Hacienda, no hay que declararlo todo.
En el amor como en clase de Literatura, hay que saber leer entre líneas.
En el amor como en París te enamoras de los detalles.
En el amor como en el chocolate, sabes que debes parar pero nunca encuentras el momento, y es tremendamente fácil sufrir una recaída.

Aprender que tu y yo a veces somos una auténtica peli de terror, pero saber que no podemos vivir el uno sin el otro, porque a eso realmente si le tenemos miedo.

En el amor como en el Trivial no siempre gana el que se sabe todas las respuestas.
En el amor como en la panadería, se amasa todo esperando que fermente adecuadamente.
En el amor como en aquella canción, nunca me acuerdo de olvidarte.