El mismo error

La realidad de la historia que se repite, de la misma piedra, del mismo gesto, del dolor conocido.
El tiempo actúa a veces como un maquillaje que lejos de curar, solo enmascara una fachada que quizá solo sea eso, algo externo y superficial.
Amigos que se alegran de una vida intensa y nada rutinaria, amigos que no saben que ellos son a veces una gran fuente de envidia y por supuesto, de inspiración.
Las ganas de fluir.
La eterna contracorriente.
Lo fácil.
Lo extremo.
El caos.
La duda.


Promesas vacías en una tarde de luz líquida, palabras que se emanan como un suspiro de cansancio, palabras desvirtuadas por el mal uso recibido, cosas que ya no valen, frases que ya no se pueden utilizar, nada en el estómago, todo en la maleta.
Y un mismo error.

Creer.
Olvidar.
Esperar.
Confiar.


Es de esperar que a estas alturas uno sepa que una tirita no sirve para todo, y que parchear es sinónimo de mentir en su vertiente más cruel.
Lo que está roto se tira, sin opción ni posibilidad para otro uso.
Porque reparar requiere de un grado de paciencia, comprensión, confianza, seguridad y dedicación que quien tenga de todas que levante la mano que le subo al pedestal.


Y una sonrisa frente al problema, porque dignifica, porque me hace sentir mejor, porque duele menos, porque parece que se hace más pequeño, porque de perdidos al río, porque eso forma parte de lo que soy y de lo que nunca quiero dejar de ser.
Abrir los ojos, el tercero, el cuarto y todos los que encuentre, abrirlos y observar la situación, sin juzgar, sin condicionar, sin paliar, sin edulcorar, sólo abrir los ojos y ver lo que tengo.
Un gran miedo a que no me guste nada lo que vea, miedo a sentir la pérdida, miedo a darme la vuelta y seguir caminando, miedo a levantar la mano y decir adiós.

Sentirse perdido a veces es lo mejor que te puede pasar, no solo porque eso hace que la vida se concentre en un segundo o dos, sino porque te hace ver que no pisas por donde toca, que es un suelo que vive permanentemente húmedo, y que tal vez ni él tenga ya la culpa de eso.

Me sentaré bajo mi árbol preferido, el de ramas viejas y alma pura.
Me sentaré a la escasa sombra que da.
Me sentaré y le abrazaré.
Y tras un tiempo tal vez pueda identificar un tipo nuevo de error en mi vida, clasificarlo y engrosar la lista de clasificados como "Peligrosos".
Seguiremos, claro, ahora, siempre, porque no queda otra, porque de esto va la vida, de levantarse y seguir, aunque a veces nos tropecemos con el mismo error.







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