El camino a casa

La noche la sorprendió entre caminos de tierra y árboles ásperos que iban quedando a un lado de aquella oscura noche, algunos ojos brillaban sorprendidos y vigilantes, desconfiando de todo lo extraño que se iba acercando.
El día había sido largo, habían pasado demasiadas cosas como para poder calificarlo de rutinario o común, ni el sol había despertado ese día de la misma forma. Giros inesperados, frases sin pronunciar y papeles que se acumulaban sobre una mesa vieja de caoba.
Un caos dentro del habitual caos.
El día había conseguido agotar su paciencia y en un par de ocasiones la batería del teléfono móvil.
¿Por qué todo el mundo se pone siempre de acuerdo para todo lo que no es importante?.
¿Cuantas llamadas debes realizar para empezar una nueva vida?.

A lo largo de ese extraño día la palabra que más veces había escuchado era si estaba segura.
Seguridad, una palabra bonita en su raíz, una palabra prometida, una palabra que nunca llegó a volverse real, una palabra añorada y soñada, una palabra con demasiadas carencias.
 No, claro que no lo estaba.

Ignorar lo que se quiere.
Conocer lo que no se quiere.
Ignorar el resultado.
Conocer los elementos de la ecuación.
Ignorar los miedos.
Conocer los pasos a seguir.

Aquel día fue consciente de que los deseos en sí no cambian muchas cosas, pero que las decisiones lo hacen y para siempre, que sólo es cuestión de tomarlas, que tras ellas todo es mucho mejor, que uno se siente realmente libre, y esa es sin lugar a dudas, la mejor sensación.


La taza de café humeaba pausada tras el ventanal de la cafetería, la misma en la que leía los libros que sacaba de la biblioteca y que no podía esperar hasta llegar a casa, la misma en la que le servían el chocolate caliente en las tardes de invierno, la misma en la que los días de lluvia apoyaba la cabeza contra el cristal hasta que las lágrimas se confundían con las gotas de agua.


Recordaba la tarde fría en la que salía  corriendo porque había olvidado realizar unas compras y las tiendas estaban a punto de cerrar, mientras se apretaba la bufanda y giraba la esquina de la calle a toda prisa chocó con alguien que al parecer también había olvidado algo.

Una mirada.
Un reconocimiento instantáneo.
Una boca abierta sorprendida y muda.
Unos ojos que se achinan.
Una sonrisa que escapa.

El frío de la calle se convirtió en un gran aliado, pues sintió que las mejillas le ardían sin saber muy bien como calmarlas. De todas las personas que pueden desconcertarte y alterarte, de todas las personas que pueden provocar eso, de todas las personas que pasaron de largo, de entre ellas la primera, de esa primera, él.
Las notas de un piano se escapaban cuando alguien salía u entraba del café, las miradas se recorrieron, y un abrazo largo, sincero, cálido habló por nosotros. Tras recobrar el sentido del espacio y del tiempo, vi que en mi hombro se hallaba apoyada una mano que me envolvía, que me acercaba a un cuerpo que minutos atrás me había abrazado.
Pasamos las horas poniéndonos al día de nuestras respectivas vidas, venciendo al tiempo e ignorando todas las agujas de los relojes que se atrevían a moverse. Nosotros fuimos el tiempo en aquella fría tarde, sólo nosotros movimos las horas.


Sinceridad entre dos personas que se amaron.
Sinceridad para hablar de realidades.
Sinceridad y algunos lamentos por lo que dejamos escapar.
Sinceridad para no prometer.
Sinceridad para ponerse en pie y dejar marchar.

El corazón se quedó sentado un poco más mientras el resto de mi se dirigía a un coche que me costó encontrar, el cerebro trabajando como si el pobre pudiese reparar algo de aquello, los recuerdos me latían en la sien, las lágrimas aguardaban la señal para rodar.
De vuelta a casa pensaba que iba a echar de menos no haber comprado esas cosas que me hicieron girar aquella esquina, de todas formas, el hambre había desaparecido y mi sed nunca podría saciarse, así que conduje en silencio mientras la noche se volvía más negra, pronto el asfalto quedó atrás, los puentes dejaron de cruzarse y un familiar camino a casa se dibujaba ya en aquella noche fría de piano y café.














Comentarios

  1. maybe tomorrow Brave... Elige un bonito camino.

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  2. Un cafetín tras comer y me relajo un poquito leyéndote hoy.saludos

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    1. Bien hecho ;) Un abracito Miriam, que tengas una tarde genial.

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