El Dios de las pequeñas cosas
Que la lluvia me sorprenda sin abrigo ni paraguas, que no tenga que hacer cola en ninguna administración de esas grises y feas, que el guiso sepa mejor de lo que huele, que el perfume a limpio me acompañe durante todo el día, que me regalen una sonrisa, haber soñado bonito, dormirme con mi perro al lado, que mi pelo se despierte con un buen día, reír hasta que me duelan las mejillas, ir al cine, una llamada que lo cambie todo, un café largo y caliente, el olor a azahar, una ducha que dure horas, un atardecer que destiña todos los colores, comprarle algo a alguien sólo porque me apetezca, leer cosas bonitas que la gente dice de ti, sentirte afortunada, encontrar siempre motivos para seguir, aceptar el lado oscuro de las cosas, dejar ir, amar lo bastante como para no repetir un error, cocinar para mis amigos, sorprender con un vino, confesar que sólo se guiñar el ojo derecho, coger el coche y conducir sin saber dónde voy a ir, no tener prisa, despertar creyendo que es lunes y que sea domingo, que la tortilla de patatas te quede de foto, que alguien te confiese que se ha enamorado de ti, que eso sea recíproco, que si no lo es que tengamos humor y vino a mano, que te mires al espejo y te guste lo que veas, que la conciencia tranquila sea la mejor almohada, que tus amigas te amenacen con organizarte una cita a ciegas si no empiezas a salir, reencontrarte con un viejo amigo, leerte un libro al lado de la chimenea, que los niños te adoren, que el vestido negro te mire cómplice desde aquel rincón, quitarte los tacones durante la cena y sentir el alivio del frío y terapéutico suelo, no confesar jamás que duelen y mucho, escuchar treinta veces seguidas una canción, morder algo picante y llorar de la emoción, decir que es porque estás sensible y reírte como si no hubiera un mañana, ganar partidas de ajedrez sin despeinarte, ir a una exposición, que alguien consiga entradas para ese súper concierto, hacer tarde de viejas pelis, hacer fotos de todo lo que me produzca felicidad, decirle a mi padre que iré con él a ver ese partido, que él me coja del brazo, que presuma de hija con sus amigos, que yo no pueda amarle más, las noches con estrellas, las tardes de campo con barbacoas y hormigas, que alguien se quede dormido al sol y se despierte como una gamba, la paella, el helado de chocolate, los tulipanes amarillos, las mañanas de playa, los paseos en Vespa, y las múltiples oportunidades que tienes cuando eres consciente de que hay un Dios de las pequeñas cosas en cada uno de nosotros, y que vivir con felicidad está al alcance de todos.
Este es el mío, y esto es para mi VIVIR.
Este es el mío, y esto es para mi VIVIR.
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