Las cajas del corazón

El corazón aparte de ser un órgano vital, es también un profundo pozo en el que cada persona guarda todo lo que ha sido importante, lo que ha dolido, la primera decepción, la primera vez que lo sentiste crujir, aquel secreto, aquel amor no correspondido, aquella frase que nunca dijimos, aquel beso que no dimos, aquellos ojos que te miraban desde el otro lado de la calle, el azul, el verde.
En ocasiones y generalmente cuando estás lo bastante receptiva suelen salir, sorprenden siempre, a veces ni imaginas que todo aquello lo habías guardado, pero el corazón sabía que era importante y que con el tiempo te sería de gran utilidad, y lo almacenó entre la caja de las miradas y la de las palabras que nunca nos atrevimos a pronunciar.




Cuando escuchamos la tópica y típica frase de "A una persona nunca se la acaba de conocer", pienso que nos referimos sin ser conscientes a la capacidad de almacenaje de cada corazón, que como cada dueño que lo porta es diferente y único.

Me pregunto si hay algo peor que la añoranza de aquello que jamás ocurrió.
Me pregunto si la gente es consciente de que hay canciones que hablan más de la cuenta.
Me pregunto si habré escogido el camino correcto.
Me pregunto si volveré a verte.
Me pregunto que sucederá si eso ocurre.
Me pregunto porque alguna vez no me tocará algo fácil.
Me pregunto cuando se te paró a ti el reloj del seguir.
Me pregunto si alguna vez te miras en el espejo y te gruñes.

Cenando con mis amigas sacamos viejas cajas de nuestros corazones, y coincidimos al unísono en lo extraño de todo aquello, del no entender muy bien porque actuamos así en aquel momento, no hay verdades, no hay decisiones, no hay reflexiones. El único factor común es no querer sufrir, es curioso como queremos evitar a todo costa aquello que es lo único que realmente te hace crecer, aquello que te curte, que te enseña. La tendencia del ser humano a anestesiar las emociones, así nos va.
Con el postre llegan las confesiones.

Descubrimos lo poco que nos conocemos a pesar de todos los años que llevamos juntas.
Descubrimos que nunca imaginamos esos sufrimientos.
Descubrimos que la más "tonta" nos deja boquiabiertas.
Descubrimos que nos queremos un poquito más.
Descubrimos que ha sido genial revelar viejos secretos.
Descubrimos que somos unas luchadoras de aúpa.
Descubrimos que cada corazón es un mundo, que cada un mundo una sensación, que cada sensación una herida, que cada herida un nombre.

Nos despedimos, quedamos en volver a reunirnos pronto, decido volver a casa dando un paseo por la playa, la noche está preciosa y es una pena acortarla, con la cabeza baja rastreando la arena en busca de alguna concha que no tenga, de alguna piedra que brille más que las demás, tan baja la tengo que no soy consciente de que me cruzo con una pareja que llevan a un niño cogido de la mano, una pareja que se formó muchos años atrás, unos meses después de que yo le dijera que no quería casarme con él, una pareja que se formó cuando otra murió.
Sonrío y me siento orgullosa de lo bien guardadas que están todas las cajas de mi corazón.





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