Menelik

En las noches llenas de estrellas que dan luz y calor, que te envuelven con su manto de plata y tiran hacia arriba de la comisura de tus labios ayudándote así a que la sonrisa sea una perfecta guinda en una noche tan sublime, me viene a la memoria, alguna de las que pasábamos todos juntos, tan lejos de casa, tan lejos de todo y a la vez sabiendo que estábamos en el mejor lugar, contándonos anécdotas y vivencias, lo hacíamos alrededor de un fuego, sentados todos, con una taza de buen café en la mano, a mi lado siempre Menelik, mi inseparable pequeño amigo.



Cuando un niño que no ha tenido nada, un niño al que le arrebataron lo poco que tenía y le amputaron parte de las oportunidades, te mira y lo hace con pureza, admiración y amor, sientes que puedes morirte en ese instante, que tu vida tenía esa misión, que esa mirada era todo lo que necesitabas para seguir.
Menelik, un nombre perfecto, una vida gris llena de la luz que brota de un corazón.


Los días pasaban rápidos, se escapaban de las manos como las flores de un almendro, como los suspiros de un enamorado, como el tiempo que disfrutas plenamente, nos esforzábamos  por hacer más y más, entregándonos en cuerpo y alma para que todos pudiesen ser atendidos, para que a nadie le faltara de nada, y esa mirada acompañando cada uno de los pasos.
Ser un niño sin padres es muy duro, ser un niño sin padres en África es una crueldad anunciada, cuando no tienes más que una pelota vieja que algún cooperante te regaló, cuando para ti es felicidad, cuando no te regalan nada en tu cumpleaños, cuando cualquier cosa lo significa todo, cuando amas con cada célula de tu cuerpo, cuando sólo sabes sonreír, cuando un paseo contigo de la mano ilumina un  corazón como el Empire State en su noche de mayor gloria y esplendor. Contigo empezaron las ganas de ser mamá, contigo se rompieron todos los esquemas.







Unos ojos que dicen no te vayas.
Unos ojos que dejan entrever el miedo.
Unos ojos cansados.

En uno de sus bellos atardeceres, sentada bajo una acacia,  contemplando una puesta de sol que se grabó a fuego y para siempre, con osados rojos que se volatilizaban de unas tierras que tanta sangre había visto derramarse, con el lamento de las almas en forma de gotas púrpuras, con blancos que destilan esperanza, con verdes que indican que  no todo está perdido y con amarillos que te acunan el corazón, hice una promesa.



Volveré a coger tu pequeña manita.
Volveremos a abrazarnos como un par de koalas.
Volveremos a cantar cosas impronunciables para mi, con las que tu te morías de risa, claro, ya verás lo mucho que me rio yo cuando te toque a ti cantar Paquito el chocolatero.
Volveremos a dormir juntos.
Volveremos a hacerte reír.
Volveremos a luchar para que tengas la vida que mereces.
Volveremos a pisar tu hermosa tierra herida, sanándola con cada paso que demos, porque no hay nada que no pueda empezar a cicatrizar cuando las tiritas son puro amor.




Comentarios

  1. yo no se hasta cuando estaré en la tierra, pero lo que me queda de vida, sentiré un pleno orgullo de haberte conocido, que gran mujer eres sister!, que gran persona colegui! que gran ser humano siento en cada una de esas palabras querida e inolvidable Angie.

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    1. Sabes que eso es recíproco Rober, el apoyo incondicional, la alegría por las cosas buenas que van sucediendo, las lágrimas compartidas. Gracias a ti.

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