Estuve aquí

Me alegra mirar atrás de vez en cuando y ver lo mucho que he avanzado en cosas que en un tiempo no tan lejano me suponían un verdadero reto. Hoy no lo son.
Con el tiempo te vuelves maestro en el arte de relativizar, no todo es ya tan importante, las prioridades cambian., las personas acaban enseñando siempre su verdadera naturaleza, tu también eres distinto aunque te veas igual y estás en el proceso de convertirte en una mejor versión de ti, y en dicho proceso, lo que te sirve se queda y lo que no se cae por su propia gravedad, no hay más.

Me gusta vivir con las ventanas del alma abiertas, estar receptivo te regala muchas pequeñas grandes cosas cotidianas, sonrisas, cafés inesperados, charlas que te elevan hasta lo más infinito, personas con una riqueza interior tan potente que quieres subirlas a un pedestal y proclamarlas gurus del año, paseos que compartes con gente que te conoce tan bien que no es necesario ni hablar, visitas al mercado, escoger melocotones por su olor, crujir el pan recién hecho, respirar un aire cargado de aromas de azahar y romero, y mirar arriba, justo a un enorme cielo azul que se antoja seguro y protector.


 Me gusta vivir.
Me gusta la vida.
Me gusta la gente que hace de ella un lugar mágico.
Me gusta estar aquí.
Me gusta no perderme ningún detalle.
Me gusta saber aprovechar los momentos irrepetibles.
Me gusta saber que lo son.
Me gusta el vello que se eriza en señal de protesta por las sensaciones regaladas.
Me gusta saber que estamos en el mismo mundo aunque a veces no lo parezca.
Me gusta recordar que es redondo y que nada es para siempre.


Hoy estoy llena de felicidad, por nada en concreto y todo en general, porque se acerca otoño, porque es mi estación preferida, porque llegan las castañas, las setas, las calabazas, las mandarinas, porque llegan las noches limpias plagadas de estrellas bonitas, porque llega la primera colcha que se añade a la fresca cama, porque llegan las primeras chaquetas que te aprietas porque la tarde se te escurrió de las manos como arena fina dando paso a una noche menos tibia, por las hojas de colores trepando por las paredes marrones.



Por los abrazos que duran más y llegan perfumados de madera, musgo y carbón.
Cuando miro atrás, me doy cuenta que mi perspectiva y yo estamos justo donde debemos estar, que andamos el camino que siempre quisimos andar y cuando dentro de muchos, muchos años me toque abandonar este mundo, levantaré la cabeza y diré con orgullo y amor, "Yo estuve aquí".








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