El camino interior

La primera vez que me sentí mayor fue cuando unos niños con los que me crucé por la calle me preguntaron la hora, muy educadamente y con un altísimo y exagerado señora  pronunciando en la parte final, me sonó a final de falla, a una total y alarmante "Mascletà".
La segunda vez que me volví a sentir así fue cuando tuve que aconsejar sobre temas sentimentales a una quinceañera, esa sensación tan familiar, esas primeras y amargas lágrimas, ese corazón que lo apuesta todo al rojo, ese tiempo que ansías detener, esa angustia que cabalga sobre un pecho que apenas si consigue respirar, ay, qué bellos y duros son los quince años.
Bueno, el tiempo pasa, obvia y necesariamente, y cada día me gusta más estar en mi piel, una piel que revela millones de carcajadas alrededor del ojo izquierdo, miles de guiños en el derecho porque es el único que sé guiñar, y lágrimas en los dos. Una cara que empieza a tener historia, las huellas de mis días, de mis horas, los susurros que logré atrapar al vuelo, el dolor que me hizo crecer, la lucha, la constancia, y el valor de seguir aun sin camino bajo los pies.


Recuerdo que alrededor de los veinticinco, me sentía madura y mayor, muy preparada para llevar las riendas de mi vida sin hacer caso de los consejos que siempre creía no necesitar, con una sensatez que no llegaría hasta algunos años después.
Qué se le va a hacer, una es tauro para muchas cosas, no se puede evitar.


Hoy miro dentro de esos recuerdos, me abrazo y sonrío, me siento feliz, muy feliz, porque he hecho todo lo que quería hacer, y mi vida justo acaba de empezar, me encuentro gobernando un timón que me pertenece, viro cuando deseo virar y disfruto del placer de sentirme viva cuando me sorprende la peor de las tempestades, no reniego, no me enfado, no maldigo, no me apeno, y lo más importante, no me  hundo. Sigo hacia delante con valor y humildad, sabiendo que acabo de recibir una nueva lección, que soy un poco más fuerte y por tanto mejor.


Sé que muchos de vosotros estáis pasando por malos momentos (leo siempre vuestros correos), sé que para muchos no deja de oscurecer, sé que las sombras crecen, que os rodean, que os persiguen y que a veces ninguna luz os acompaña.
Os diría que nunca es demasiado tarde para saber quién eres y qué quieres.
Os diría que podéis empezar hoy a cambiar muchas cosas.
Os diría que no hay límite.
Os diría que os merecéis sentir cosas que nunca hayáis sentido.
Os diría que debéis vivir cosas que nunca hayáis vivido.




El futuro no existe, el mañana no es un lugar seguro, pero si existe camino para llegar a él, os aseguro que está dentro de nosotros mismos, hay que rodearse de buenas personas, de gente con buen corazón, que nos enseñen a ser mejores, que sean luz, que nos alejen de sombras y sabores amargos. Y disfrutemos del vértigo que produce saber que tenemos la vida por delante y que es toda nuestra.
No dejemos que la vida nos pase de largo sin haberla vivido, sería el más grave de los errores.

¡A por el jueves!










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