Estaré preparada


No nos pasaba nada, en realidad la única cosa que nos distanciaba era no estar juntos, ni los kilómetros, ni las cenas que no compartíamos, tampoco las duchas a media tarde ni los besos de después, lo único que nos separaba era no hallar los motivos suficientes para querer estar juntos.

Tensiones acumuladas en días espesos, espirales sin salida, respiraciones entrecortadas por un sufrimiento gratuito. Era fácil, te aseguro que era increíblemente sencillo, pero dominamos el arte del nudo como dos verdaderos maestros.

Con el tiempo las soluciones se muestran sin buscarlas, como un camino que se ilumina a cada paso que das, como un amanecer que te sorprende cuando no das por acabada la noche, como la copa que se acaba y aún no tienes la sed calmada, con el tiempo y sin ti.

Encontramos amor cuando no lo buscábamos.
Encontramos dolor cuando no lo necesitábamos.
Encontramos las heridas sin combatir en ninguna guerra.
Encontramos lo que queríamos y lo perdimos por dejar de buscarlo.



La niebla es espesa, me invade una fuerte sensación de incertidumbre, la que produce aquello que no se ve, la voy cruzando mientras respiro un aire frío y denso, noto como mis pulmones se resienten por la baja temperatura y el cuerpo se contrae estremeciéndose, pienso en las veces que salíamos a pasear por el campo, en aquellas frías tardes en las que deseábamos regresar a casa y encender el fuego, en las tazas de café caliente que nos apresurábamos en preparar para entrar en calor.

 
Y esa forma de mirarnos.
El amor en la retina, la verdad de un amor inmenso que la mirada del otro nos devolvía, lo sabes, lo sé, lo sentiste, lo viví, lo recuerdas, lo extrañamos, lo dejamos escapar. Se perdió.
No rechazo tu recuerdo ni la agridulce sensación que siempre me genera, fuiste antes de todo, fuiste antes de cualquier dolor, fuiste antes del primer amanecer.


La casa me recibe triste y oscura, me apresuro en darle un poco de calor y voy encendiendo algunas lámparas que salen a mi encuentro, algunos puntos dorados iluminando su parte de mundo, haciendo de aquella estancia un lugar más acogedor, me abrazo y dejo escapar un suspiro contenido, mezcla de nostalgia y añoranza, recuerdos acumulados que se mezclan con el aire espirado.

A veces sólo necesito hundir mi nariz en tu cuello y sentirme de nuevo en casa, a veces sólo necesito que me abraces fuerte, a veces sólo necesito escuchar tu voz dormida susurrándome antes de que el sol nos obligue a empezar el día.
A veces echo de menos abrazarme a tu espalda mientras preparas la cena.
A veces echo de menos apoyar mi cabeza en tu regazo y decirte que te quiero.
A veces echo de menos todo lo que habla de ti.


Por instinto elijo una copa y después un vino, pienso en que una crema de calabaza y puerro sería una cena perfecta, empiezo con los preparativos y disfruto de las sensaciones y matices con los que mi paladar se deleita, en mi cabeza un libro escogido y en mi corazón un invierno que sabrá esperar a la primavera.




 
 

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